Hoy la salida fue de menos a más. No tenía tiempo para ir muy lejos y me esperaba poco de la salida. Comencé a ritmo fuerte pero en seguida vi que las piernas no iban a funcionar, así que debajo de una lluvia que no tardó en abandonarme, comencé a disfrutar a un ritmo más relajado hasta St Cristófol de Monteugues.
De allí bajé hacia el Valle de Vallcàrquera siguiendo el PR, que prosigue a excepción de un par de tramos no excesivamente largos de trialera 100% ciclable, por pista bastante rota y con fuerte desnivel.
Paso por la Creu de Can Plans, que dice la leyenda que se levantó en memoria de un chico que fue devorado por un lobo hambriento a mitad del siglo pasado, cuando todavía habitaban lobos en el Montseny y no habían sido exterminados en su totalidad.
Luego continúo hasta el fondo del valle, donde se sitúa Can Grau del Figaró. Me sorprende la cantidad de saltos de agua y la vegetación continental que se encuentra a mi alrededor. A pesar de la cercanía, todavía nunca había rodado por aquí y descubro un Figaró muy diferente al que conocía. Muy bonito.
Afluente del Rio Congost cargado de agua cristalina.
Continúo en descenso pasando por la Font del Molí. Un vecino del pueblo produjo luz en este molino a mediados de los años 20 del siglo pasado.
Llegado al Figaró voy a buscar el sendero que bordea el Rio Congost hasta La Garriga cumpliendo el objetivo de tiempo y con una sonrisa de oreja a oreja. Creo que en las próximas semanas seguiré investigando este valle en busca de nuevos senderos. Es un no parar.
Con el agua de las últimas lluvias no las tenía muy claras sobre como iría el Congost de crecido, aunque aquí se ve que se puede cruzar sin problemas. Debajo el track.
De allí bajé hacia el Valle de Vallcàrquera siguiendo el PR, que prosigue a excepción de un par de tramos no excesivamente largos de trialera 100% ciclable, por pista bastante rota y con fuerte desnivel.
Paso por la Creu de Can Plans, que dice la leyenda que se levantó en memoria de un chico que fue devorado por un lobo hambriento a mitad del siglo pasado, cuando todavía habitaban lobos en el Montseny y no habían sido exterminados en su totalidad.
Luego continúo hasta el fondo del valle, donde se sitúa Can Grau del Figaró. Me sorprende la cantidad de saltos de agua y la vegetación continental que se encuentra a mi alrededor. A pesar de la cercanía, todavía nunca había rodado por aquí y descubro un Figaró muy diferente al que conocía. Muy bonito.
Afluente del Rio Congost cargado de agua cristalina.
Continúo en descenso pasando por la Font del Molí. Un vecino del pueblo produjo luz en este molino a mediados de los años 20 del siglo pasado.
Llegado al Figaró voy a buscar el sendero que bordea el Rio Congost hasta La Garriga cumpliendo el objetivo de tiempo y con una sonrisa de oreja a oreja. Creo que en las próximas semanas seguiré investigando este valle en busca de nuevos senderos. Es un no parar.
Con el agua de las últimas lluvias no las tenía muy claras sobre como iría el Congost de crecido, aunque aquí se ve que se puede cruzar sin problemas. Debajo el track.
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