El segundo día nos levantamos con más fuerzas que el primero. Ya tenemos el cuerpo habituado y las piernas perfiladas, así que nos levantamos y desayunamos para luego dirigirnos al Teleférico de Grands Montets. El objetivo del día era hacer el Pas du Chevre.
Este itinerario lleva por el backside de la estación de Grands Montets, hasta la base del tren de Montenvers. De 3300 msnm hasta 1900 msnm por un terreno glaciar con un final un tanto 'sketchy'.
Nos calzamos y comenzamos a bajar. Por muuucho grosor pero que también está venteado y no se deja hacer muy bien. Hay luz plana así que lo mejor es seguir de cerca a Pau, nuestro guía, que nos dirige al Couloir Rectiligne, una bajada de 700 metros de desnivel, con una inclinación de entre 40º y 45º.
El Couloir es muy estético, lástima que la visibilidad no es la mejor, pero igualmente hay unas vistas espectaculares del Valle de Chamonix, el Dru y el glaciar del Dru.
La sensación de profundidad también es un añadido a la bajada. Bajar y notar que las piernas te piden tregua, no es algo a lo que estamos acostumbrados en el Pirineo.
Llegamos abajo y vamos sorteando el glaciar hasta llegar por un bosque hasta la pared que da al Mer Du Glace. Tenemos que remontar unos metros y creedme....remontar hundiéndote hasta la rodilla en cada paso no es nada agradable. Pero sobrevivimos y llegamos hasta el último Couloir. Bajando, cada vez se pone más ácido y hay que sortear piedras, con un último minidrop en lateral.
Llegamos todos abajo. Con la tontería 3 horas tardamos en bajar. Pau nos lleva a una cornisa para enseñarnos anclajes en nieve para instalar un rapel y entre muchas risas aprendemos que con un una cuerda y un arnes, se te abre una montaña completamente distinta a lo que se ve a primera vista.
Ya cansados, volvemos al tren por la escalera de Mordor, la que nunca se acaba!! Antes de enfilar hacia arriba pasamos por una gruta de hielo que tienen habilitada a turistas con sus figuras de hielo, su San Bernardo para que los turistas ávidos de fotos típicas puedan pagar suss euros y tenerla de recuerdo enmarcada. Subimos y regresamos a Chamonix un poco más cansados y también mucho más contentos.
A la tarde, después de comer, Pau nos lleva a una escuela de escalada a aprender a rapelar. En mi caso ya he hecho bastante rapel en doble de mi faceta barranquista, pero con 8 y practicamente sin asegurar. Aquí aprendemos que el machard te puede sacar de más de un apuro (como veréis más adelante) y aprendo a rapelar con el rapelador (aunque prefiero el 8).
Descendemos una pared de unos 30 metros y la cuerda no corre!! No tengo el tacto del machard y no hay manera de hacerla correr. Bueno si que la hay, pero cuesta mucho.
Entre cuerdas y arnés se nos hace de noche. Volvemos al apartamento algo más cansados y también más felices. Cenamos y nos vamos a dormir pensando en el plan del día siguiente, que es foquear por Grands Montets para hacer una bajada épica por el 'backside'
...continuará...
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